domingo, 22 de febrero de 2009

Los cuatro elementos de la naturaleza (II)

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Irremediablemente necesitamos aproximarnos más a este antiguo código.
Es importante entender que, al igual que los veintidós arcanos mayores del Tarot dignifican y representan la evolución del ser humano en todos sus niveles, los cuatro elementos representan todas las fuerzas y facultades que poseemos y que debemos aprender a equilibrar.

Por este motivo el Tarot y el código elemental mantienen un vínculo tan estrecho, porque en realidad el Tarot es el antiguo libro de los cuatro elementos; es el viaje del ser humano descubriendo en sí mismo y en lo que le rodea a los cuatro elementos, conociéndolos, experimentándolos, equilibrándolos.

La Alquimia, la gran ciencia primigenia de la que nacieron todas las demás y que ya estudiaban los sabios egipcios largo tiempo atrás (y seguramente civilizaciones anteriores), se basaba en los cuatro elementos de la existencia y está sintetizada en las cartas del Tarot (consulta la Tabla Esmeralda del apartado "La huella de Toth en el Tarot")

Fueron aquellos alquimistas los que nos legaron este código, y las pruebas de las que disponemos apuntan a que fue el misterioso sabio Toth, más tarde escriba, y más tarde "dios", quien se lo legó a ellos.

Desde luego no parece una casualidad que las cuatro caras de la Gran Pirámide de Giza apunten con precisión milimétrica a los cuatro puntos cardinales, que por aquella época ya simbolizaban a los cuatro elementos. Así como tampoco es fortuito que la esfinge, el ya estudiado guardián simbólico de aquellas tierras, sintetice a estos cuatro arquetipos con diferentes formas animales, que llevan milenios siendo nuestros signos del zodíaco.

Lo que pretende esta síntesis es, al igual que el Tarot, mostrarnos el equilibrio absoluto entre las cuatro fuerzas que estudiamos. Alcanzar este equilibrio en uno mismo ha sido, es y será siempre el objeto de aquellos que se interesen por el código elemental, sean cuales sean sus creencias, filosofías, estilos de vida o religiones.

Todo en el cosmos y en la existencia es dual. En la naturaleza, en la vida, y en todos y cada uno de nosotros existe esta dualidad. Esta dualidad no puede existir sin opuestos, el equilibrio entre ellos es lo que forma la unidad.

La filosofía oriental expone muy bien el concepto de equidad entre los elementos: el yin, la parte negra del taijitu, es el opuesto femenino, el polo pasivo, receptivo, la luna, la noche, la oscuridad... contiene a los dos elementos femeninos, la tierra y el agua;

el yang, la parte blanca del taijitu, es el opuesto masculino, el polo positivo, activo, emisivo, el sol, el día, la luz... contiene a los dos elementos masculinos, el aire y el fuego.

Los cuatro elementos simbolizan estas fuerzas opuestas:
la tierra (femenino) es el cuerpo, y el aire (masculino) es la mente.
O el agua (femenino) es la adaptación, y el fuego (masculino) es la transformación.

Sin embargo, aunque sean opuestos, están "destinados" a atraerse e influenciarse, y por consiguiente a equilibrarse.

Por ello el yin contiene algo de yang y viceversa, como vemos en los puntos de diferente color en el taijitu, porque cada uno "siembra su semilla" en el otro.

Hace milenios, estudiando el cosmos y la naturaleza, los antiguos alquimistas egipcios distinguían a los elementos dentro de sí mismos, e intentaban combinar sus diferentes fuerzas para evolucionar y encontrar el equilibrio. Hoy día los místicos wiccanos y los meditativos budistas zen mantienen, cada uno a su manera, el mismo cometido.

Observando el diagrama de los elementos (abajo) vemos que cada uno reina simbólicamente un punto cardinal. Existe una simbiosis o afinidad entre los elementos del mismo género que nos ayuda a empezar a comprenderlos: la tierra y el agua (el noroeste en el diagrama) se relacionan y equilibran con mayor facilidad que con sus opuestos, y al igual ocurre entre el aire y el fuego (el sureste).
En la naturaleza, las tierras de cultivo sólo son fértiles cuando se les proporciona agua; análogamente, la llama (fuego) no puede existir sin oxígeno (aire). Vemos pues que en la vida dependen unos de los otros, y en nuestro interior también existe esta conexión: nuestro cuerpo físico (tierra) está sujeto a los poderosos cambios emocionales (agua) que sufrimos; y así mismo, nuestro vigor y nuestra energía espiritual y creativa (fuego) dependen en gran medida de lo positivo o negativo de nuestra actitud mental (aire)

Las flechas en línea recta que emergen de los elementos activos, aire y fuego (este y sur), simbolizan su tendencia a influenciar fácilmente a los pasivos, tierra y agua (norte y oeste); por ello nuestra mente (aire) tiende a influenciar constantemente a nuestras emociones (agua) positiva o negativamente, equilibrándonos o desequilibrándonos. De la misma forma, nuestra energía espiritual, nuestra individualidad (fuego), tiende a cambiar radicalmente nuestra forma de percibir y valorar el mundo que nos rodea (tierra)


Las flechas más pequeñas que emergen de cada una de las cuatro direcciones simbolizan la poderosa tendencia que cada elemento tiene a encontrarse con su propio opuesto. Este proceso puede resultarnos aún más conflictivo, pues para equilibrarse la balanza entre ambos, ambos deben "ceder" al otro una parte de importancia o "desprenderse del exceso" que representan y que hemos acumulado en nuestras vidas:

así como la tierra nos hace realistas y mundanos, el aire nos hace imaginativos y utópicos;
ya que uno representa lo físico y el otro lo mental, nuestra propia naturaleza y personalidad casi siempre hacen que valoremos más a uno que a otro, que "tengamos más tierra", por lo que seremos tozudos y materialistas, o que "tengamos más aire", lo que nos volverá unos inquietos soñadores.

El agua y el fuego también deben encontrar su propio equilibrio, pues uno representa la adaptación a lo que nos rodea y el otro la propia expansión de la inpidualidad;

ya que uno rige nuestras emociones y el otro nuestra voluntad, nuestra propia forma de ser suele hacer que nos volvamos o muy emotivos y caritativos para con los demás o demasiado egocéntricos y poco considerados.

Así es como los elementos tienden a influenciarse unos a otros para equilibrarse y cómo nosotros mismos potenciamos y valoramos más a unos que a otros en el proceso, desequilibrando nuestra propia balanza interior y volviéndonos personas extremistas.
Comúnmente nuestros desequilibrios ya vienen marcados desde el día en que nacemos, y es nuestro signo astrológico el que nos da la primera pista. Averigua a qué elemento pertenece tu signo del zodíaco y sus puntos débiles y fuertes. Para ello dedicaremos, más adelante, un apartado en nuestro estudio.

Si eres sincer@ contigo mism@ reconocerás cuál o cuáles de los cuatro elementos tienen más peso en tu vida y están desequilibrando a los demás, y deberás hacer un esfuerzo en pos de lograr el equilibrio para tí mism@ y para los que te rodean. Pero no culpes en sí a ninguna de estas cuatro fuerzas ni les adjudiques negatividad alguna, pues ellas no son las causantes de tu falta de armonía; nada más lejos, son las que te ayudarán a recuperarla.

No dudes que el contacto con la naturaleza te ayudará en este propósito, y cómo no, ten presente que el Tarot te guiará en cada uno de tus pasos.

sábado, 7 de febrero de 2009

Los cuatro elementos de la naturaleza (I)

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Antes de estudiar uno por uno los veintidós arcanos mayores del tarot, es imperativo determinar una sección para el análisis de los protagonistas absolutos de esta mancia, los cuatro elementos de la naturaleza.

Los elementos de la naturaleza han sido mostrados con crudeza por algunos, puesto que las fuerzas que refieren pueden desatar (y desatan) catástrofes tales como inundaciones, terremotos, erupciones y huracanes. Sin embargo, la tónica generalizada es la de representarlos bajo un culto bello y misteriosamente simbólico lleno de romanticismo, que para muchos es siempre la primera inspiración a la que acudir ya desde los tiempos más remotos del hombre creativo, la naturaleza.

Como bien hemos visto en el apartado "La huella de Toth en el Tarot", mucho antes de que Platón analizara a conciencia estos cuatro arquetipos en su importantísima obra filosófica "Timeo", el sabio Toth y sus alquimistas iniciados los usaban para clasificar las diferentes fuerzas de la naturaleza y el cosmos.

Estas cuatro fuerzas, pues, como muchas otras cosas, provienen del Egipto primigenio (o de la misteriosa civilización de la que Toth partió), y no podrían haber dado más de sí en la Historia cultural de las civilizaciones.

Todas las culturas, antiguas y modernas, los utilizan de una manera u otra. A menudo los encontramos deificados y personificados, como en la divinidad griega Poseidón, señor de los mares.

El naipe de El Mundo (XXI) de El Tarot de Marsella
El naipe de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot de Marsella

El cristianismo, como vemos en el naipe de El Mundo (XXI) del Tarot de Marsella (derecha), los asimilaría para sus cuatro evangelistas bajo los símbolos del león (San Marcos, fuego), el águila (San Juan, aire), el toro (San Lucas, tierra) y el ángel (San Mateo, agua).
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, es en las culturas con creencias más afines y respetuosas con la naturaleza, como la budista o la celta, de las que hablaremos más adelante, donde los cuatro elementos han adquirido una tremenda importancia.

Con el paso de los siglos, y a pesar de las inevitables y confusas contradicciones, se fijaron las asociaciones que Toth y su asimilación griega Hermes promulgaron, siendo éstas las más comunes en todo occidente. En oriente podemos encontrar algunas modificaciones, los cuatro de tierra, aire, fuego y agua pasan a ser los cinco taoístas de tierra, agua, fuego, metal y madera. No obstante, en algunos estilos de vida culturales y filosóficos orientales como el Zen, los cuatro elementos de occidente se pueden estudiar sin ninguna alteración.

Antes de interesarme por el Tarot, al que, en honor a la verdad, en un principio yo también desprestigiaba, los cuatro elementos de la naturaleza me cautivaron de manera especial. Al poco vi que, bajo la apariencia de dioses y semidioses en muchos casos, estas cuatro fuerzas esconden un antiquísimo código en el que se puede asociar casi cualquier cosa a un elemento concreto, exactamente igual a como hace el Tarot.

Representación de las cuatro fuerzas elementales

Pero, ¿qué son exactamente los elementos?

Los elementos son arquetipos, es decir, símbolos universales, que bajo la bella iconografía de la naturaleza y en base a los diferentes estados de la materia, dignifican y clasifican todo aquello que existe, formando un impresionante código vital y filosófico que ha estado vigente en nuestro mundo desde las primeras civilizaciones. Nuestras emociones (agua), nuestros pensamientos (aire) y sensaciones (tierra), y todos nuestros procesos espirituales (fuego) se recogen en este misterioso código que pretende enseñarnos a recuperar aquel vínculo que antaño el hombre mantuvo con la naturaleza.

Más adelante iremos estudiando cada elemento por separado, pero en una primera aproximación podemos ver la clasificación elemental occidental y las características de cada uno en este pequeño organigrama (haz click):

Resumen de las características de los cuatro elementos de la Naturaleza

Se dice que el verdadero estudio de los elementos puede llevar toda una vida, pues existen infinidad de asociaciones y correspondencias a cada uno de ellos (cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, cuatro palos de la baraja, cuatro antiguos poderes, cuatro virtudes, días de la semana, signos astrológicos, piedras, metales, plantas, hierbas, planetas, y un largo etc...) que además nos llevan a experimentar de primera mano el contacto con la naturaleza. Sin embargo, para el propósito que nos ocupa, que es comprender el Tarot, nuestro pequeño estudio será más que suficiente para familiarizarnos con el código elemental.

La forma más fácil de entender este código es aproximarse a aquellos estilos de vida que le rinden culto. La wicca y el budismo zen son dos de los mejores ejemplos para este propósito y por ello merecen un pequeño apartado en nuestro estudio:

**** DE OCCIDENTE ...

La wicca celta

La wicca, mal definida por algunos como una religión, es un estilo de vida pagano de honra y respeto a la naturaleza que salió del secretismo hace pocas décadas, pues tuvo que ocultarse durante siglos de la amenaza de la religión monoteísta occidental, su famosa centenaria caza de brujas.

El culto y la personificación de la naturaleza, que se remontan a los primeros tiempos del ser humano, son las bases de las creencias de esta tradición pagana británica, unidos, cómo no, a la práctica de la magia natural (controlar y transformar sus vidas con la ayuda de la energía de la naturaleza, que para los wiccanos no tiene nada de sobrenatural) en la que encontramos a los cuatro elementos de la naturaleza en la forma más bella, mística y llena de romanticismo que hayan llegado a adoptar en toda la cultura occidental.

Se considera a la wicca como el legado de la controvertida sabiduría de los mágicos druidas celtas, que vivieron en total armonía con las fuerzas de la naturaleza, heredada por las brujas (se cree que la palabra wicca proviene de witch, bruja)

Entre sus adeptos sólo existe una regla, muy famosa por cierto, la conocida como la triple ley o ley del retorno : "haz lo quieras, pero no hagas daño a nadie, porque todo lo que envíes te será devuelto por tres".
En efecto, respetar la vida en todas sus formas es primordial para los wiccanos.

La importancia del tres, que hace referencia, cómo no, al equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, se palpa en todas sus creencias, desde sus más conocidos símbolos, como el trisquel, hasta su principal deidad, la diosa madre de la luna (elemento agua), o la Triple Diosa, que con sus tres rostros representa las tres fases de la luna: creciente, llena y menguante.

Aquellos que la conocéis ya sabréis que todo en la wicca sigue los ciclos de la naturaleza, las estaciones (que cada una representa el poder de un elemento concreto), las fases de la luna, el sol y los demás planetas de la astrología, en base a los que celebran sus sabbats. Los sabbats son ocho especiales fechas a celebrar, de las cuales cuatro coinciden con los dos equinocios y los dos solsticios. La más importante de ellas es Samhain, el día de los difuntos, el fin de año wiccano y el día más mágico de todos.

La wicca es famosa por su estudio de la naturaleza, en el que piedras, minerales y plantas (elemento tierra) poseen atributos mágicos y terapéuticos. La gemoterapia y la aromaterapia, por ejemplo, son estudiadas también bajo la clasificación arquetípica de los elementos en la wicca: la plata se asocia al agua, la luna y todo lo femenino como el oro se asocia al fuego, el sol y todo lo masculino; o por ejemplo el muérdago, al igual que la rosa, está asociado directamente al amor y las relaciones... como ya vimos describiendo al arquetipo, son nociones comunes a la mayoría de las culturas.

La obra de 'El Tarot del Círculo Sagrado' de Anna Franklin

La cartomancia está muy extendida entre las prácticas de la wicca, tanto que casi con toda seguridad se podría afirmar que cualquiera que se autodenomine wiccano conoce el Tarot y alguna forma de ultilizarlo. "El Tarot del Círculo Sagrado" de Anna Franklin, del que no podemos obviar ejemplos en este apartado, es una de las barajas de temática wiccana más bellas y famosas de la actualidad, y una de las que mejor recoge la esencia de este estilo de vida en el aprendizaje del Tarot.

Los naipes de 'La Luna' (XVIII) y el 'As de Copas' de 'El Tarot del Círculo Sagrado' de Anna Franklin

Cuando estudiemos los arcanos mayores de El Tarot Elemental, encontraréis algunas referencias simbólicas a la wicca (piedras, metales, plantas, etc...), pues la romántica apariencia de la naturaleza personificada en estas cartas ha sido plasmada en honor a este peculiar estilo de vida. Pero sin duda, la referencia a la wicca por excelencia en mi tarot es la estatua de plata de la segunda carta, La Suma Sacerdotisa, que representa a la venerada Triple Diosa de los wiccanos.

La Triple Diosa de la Wicca celta del naipe de La Suma Sacerdotisa (II) de El Tarot Elemental

... A ORIENTE ****

El budismo zen

El budismo zen también ha cogido tremenda fama en los últimos años. Los occidentales vemos en este estilo de vida una salida directa del estrés y la tensiones diarios, pero en realidad es mucho más que eso. Si por algo Buda es famoso en el mundo entero fue por alcanzar el nirvana, el cénit de la espiritualidad al que sólo se llega mediante y por la meditación.

Por ello el término "Buda" significa "despierto", porque supone despertar a lo que de verdad importa, comprender la eternidad de la existencia (la reencarnación y la indestructibilidad del espíritu [elemento fuego] son harto importantes en sus creencias)

Ésta es la misión del budismo zen, superar, meditando, las peligrosas barreras que la mente (el palo de las espadas en el Tarot, el elemento aire) pone para ocultarnos a nosotros mismos la auténtica y única realidad: el aquí y ahora, el presente.

Para los budistas zen no hay mayor error que vivir en la postergación que supone la fe, pues cuando tienes fe estás viviendo en el futuro, no en el presente; o vivir en el recuerdo, pues cuando los recuerdos te invaden estás viviendo en el pasado, no en el presente. Vivir todo tipo de experiencias y abandonarlas a su fin, sin aferrarse a nada, es la práctica de toda la filosofía zen.

Evidentemente, esto choca del todo con el estilo de vida occidental, en el que no podemos abandonar ninguna de las obligaciones impuestas por la sociedad.

La sociedad es, para el zen, lo primero que debe dejarse atrás, ya que la única forma posible de vivir la plenitud de la existencia es descubriendo la propia inpidualidad, el elemento fuego, la posesión más preciada del ser humano.

Ayudar a sus discípulos a entender el verdadero significado de la existencia es el cometido del maestro zen, así como el del Tarot es guiar a su usuario hasta encontrarlo. Los mensajes que el Tarot encierra en sus naipes son, realmente, los mismos que los que transmite esta filosofía oriental: todo lo que existe tiene su lugar y su momento en este mundo, si algo faltara la existencia lo echaría en falta: el zen (como la wicca) es la absoluta aceptación de todo lo que acontece, lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, el yin... y el yang.

En mi caso particular, fue cuando compré "El Tarot Osho Zen" cuando comencé a interesarme por el budismo zen. Supongo que como a muchos de vosotros, la famosa complejidad y redundancia filosófica de las enseñanzas budistas me resultaban algo tediosas, pero creedme que una vez te has familiarizado con el código del Tarot y los cuatro elementos, es más fácil comprender su verdad.

El Tarot Osho Zen

El místico contemporáneo Osho está considerado como una de las diez personas que han ayudado a cambiar el destino de la India, y como un maestro que ha cambiado la vida de miles de personas con sus enseñanzas budistas: "Ante la vida, la actitud del zen es la de reír, vivir, disfrutar, celebrar. El zen no va contra la vida, es la afirmación de la vida. Es la aceptación de todo lo que hay" es una de sus célebres frases, rescatada de esta impresionante obra que os recomiendo sin dudar.

Volviendo al mazo de El Tarot Elemental, cuando alcancemos su estudio podremos ver que un cierto aire oriental gobierna parte o la totalidad de sus arcanos mayores. La Emperatriz (III), El Carro (VII) y La Templanza (XIV) son ejemplos de esta influencia. Pero la máxima referencia al budismo zen en mi baraja es, sin ninguna duda, y como homenaje a sus reveladoras creencias, la estatua de oro de un joven Buda, en el arcano mayor de El Sumo Sacerdote (V)

Joven Buda del naipe de El Sumo Sacerdote (V) de El Tarot Elemental

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* La universal presencia de estos cuatro arquetipos nos acompaña casi desde siempre. Multitud de símbolos lo demuestran. Algunos de los más extendidos y comunes símbolos a muchas culturas que, por supuesto, podemos encontrar en multitud de tarots distintos, son:

  • la ya estudiada esfinge arcaica de los egipcios;
  • la cruz celta, cuyos brazos tienen todos la misma longitud;
  • el símbolo del infinito, el "ocho" tumbado;
  • la esvástica, que mucho antes de ser adoptada por los alemanes era un venerado símbolo solar;
  • el famosísimo "yin-yang", llamado realmente taijitu;
  • el también archiconocido pentagrama, pentáculo, pentalfa o estrella de David, en el que cuatro de sus puntas representan a los cuatro elementos y la quinta al hombre o al espíritu quintaesencial también llamado éter;
  • el antes mencionado sello de Salomón del judaísmo;
  • u otros más básicos como el cuadrado o el rectángulo, que representan el equilibrio entre los cuatro, o el círculo, que representa la fusión de los cuatro.

Algunos símbolos y representaciones de los cuatro elementos de la naturaleza

Depende de ti escoger el símbolo que más te atraiga si quieres seguir profundizando en el estudio de los elementos, pues te ayudará a comprender mejor la simbiosis que conforman. Aunque sobra decir que puedes crear tu propio símbolo o símbolos para este propósito, personalizando aún más la experiencia del aprendizaje.

Los más básicos, rectángulos y cuadrados, son en numerosísimas culturas arquetipos simbólicos por excelencia del equilibrio, la unidad y la estabilidad, nociones que el Tarot lleva transmitiendo miles de años desde cada una de sus cartas, a través primero de su característica más importante, la simetría que lo rige, y luego desde todos y cada uno de los símbolos que encierra.

Al igual que los cuatro lados que forman el cuadrado, cuatro elementos coexisten en la naturaleza, creando una unidad en completo equilibrio. He aquí la raíz de toda la simbología universal que posee el Tarot.

Llegando incluso a coger gran fuerza en la iconografía de las industrias del cine, la literatura y de los videojuegos en la actualidad, los cuatro elementos que todo los conforman han gobernado ciencias, mancias, magias, cultos, mitos, leyendas, pueblos, sociedades y las propias mentes de los hombres.

Su presencia en el Tarot es también harto indiscutible, donde sirven para distinguir y combinar, como ya bien decía Toth- Hermes en su Tabla Esmeralda, lo mental de lo tangible, lo emocional de lo espiritual, lo de abajo y lo de arriba.... lo de dentro y lo de fuera.... el yin.... y el yang.

Los cuatro elementos son, en definitiva, la herramienta de la que se sirve el Tarot (y otras muchas cosas más) para crear su propio código, sin el que, seguramente, sería imposible manejarlo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Los Arcanos Mayores del Tarot

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Procedan del país, la cultura o la etnia que procedan, estas cartas son siempre las más importantes de toda la baraja. Con la práctica, poco tardaréis en descubrir esta importancia, y que su orden establece la evolución de todos los procesos de la vida.
Todas estas cartas poseen un número propio con el que se las ordena. Así, vemos que la primera de ellas, El Mago, nos habla del potencial que existe para crear y comenzar nuevos proyectos. Llegando a la última, El Mundo (XXI), el Tarot nos habla de la culminación y el resultado final de esos proyectos.

La astrología también está asociada directamente a las cartas del Tarot, pues cada naipe representa algunas de las cualidades que se les otorgan a los signos astrológicos. Por ejemplo, el segundo arcano mayor, La Suma Sacerdotisa, está estrechamente vinculado al signo de agua Cáncer (y cómo no, a su regente, la luna), ya que ambos representan el dominio de la poderosa sensibilidad emocional que se les atribuye.

Los estudiosos de la mancia, a lo largo de los siglos, han analizado e intentado clasificar estas veintidós cartas. Como muchos de ellos, yo he creado un pequeño (y humilde y personal) resumen en el que se puede ver cómo van apareciendo los cuatro elementos de la naturaleza (a los que estudiaremos en el siguiente apartado) en el Tarot, y cómo van desarrollándose en las cartas las cualidades de cada uno de ellos.

Recuerda que para ver mejor las imágenes a continuación puedes hacer click sobre ellas:


Los Arcanos Mayores de 'El Loco' y 'El Mago' (I) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'El Loco' y 'El Mago' (I) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Suma Sacerdotisa' (II), 'La Emperatriz' (III), 'El Emperador' (IV) y 'El Sumo Sacerdote' (V) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Suma Sacerdotisa' (II), 'La Emperatriz' (III), 'El Emperador' (IV) y 'El Sumo Sacerdote' (V) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'Los Enamorados' (VI), 'El Carro' (VII), 'La Justicia' (VIII) y 'El Ermitaño' (IX) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'Los Enamorados' (VI), 'El Carro' (VII), 'La Justicia' (VIII) y 'El Ermitaño' (IX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'La Rueda de la Fortuna' (X) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'La Rueda de la Fortuna' (X) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Fuerza' (XI), 'El Colgado' (XII) y 'XIII' ('La Muerte') de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Fuerza' (XI), 'El Colgado' (XII) y 'XIII' ('La Muerte') de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Templanza' (XIV), 'El Diablo' (XV) y 'La Torre' (XVI) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Templanza' (XIV), 'El Diablo' (XV) y 'La Torre' (XVI) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Estrella' (XVII), 'La Luna' (XVIII) y 'El Sol' (XIX) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Estrella' (XVII), 'La Luna' (XVIII) y 'El Sol' (XIX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'El Juicio' (XX) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'El Juicio' (XX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot Elemental